En días pasados y tras cierto tiempo queriendo visitar el lugar donde nace el río Cuzna, llegué al acuerdo con los hermanos Romero de desplazarnos hasta el lugar indicado y visitar algunas construcciones antiguas a lo largo del inicio del curso del río. Así pues, en el «todoterreno» de José, nos dirigimos hacia la propiedad de Rafael, el mayor de los hermanos que nos estaba esperando. He de agradecer la amabilidad de los dos hermanos y la gentileza que han tenido conmigo para acompañarme y mostrarme parte de sus propiedades y todo aquello que motivaba mi visita a esos lugares. Sin duda alguna son una muestra idónea de la amabilidad que caracteriza a los villaduqueños y que he experimentado en multitud de ocasiones. Además, nos une una sincera amistad desde hace ya muchos años; José es el padre de mi querida y recordada Mercedes, compañera entrañable y excelente persona. Y Rafael es un pozo de sabiduría y prudencia, acompañado de una gran generosidad dispuesto siempre a proporcionar datos y hechos de antaño para conocimiento de las futuras generaciones de nuestro pueblo.
Montados los tres en el vehículo nos dirigimos por las estrechas veredas hacia los sitios, donde aún es perfectamente visible, las viejas construcciones de varios molinos de cereales, instalados a las orillas de arroyos que cruzan los intrincados lugares. En diverso estado de conservación tuve la oportunidad de ver lo que, en su tiempo, fueron lugares de transformación agrícola y reunión de labradores que dejaron gran parte de su vida y sus sueños en estas tierras de auténticos hombres.
A continuación, tras manifestar mi deseo de ir al lugar en el que el río Cuzna toma su nombre y acompañado por las extensas explicaciones de los hermanos Romero, tuve la oportunidad de pisar en el preciso lugar donde se unen los arroyos El Caldero y Lentiscar. De ahí en adelante tomará el nombre de Cuzna.
Cumplida la visita campestre, me invitaron a descansar y tomar un refrigerio en la casa de campo de la familia de José; un lugar que reúne todas las condiciones para pasar una grata temporada, con todas las condiciones necesarias para no echar nada en falta. Durante ese tiempo, Rafael me cuenta un episodio sucedido hace muchos años, cuando esos campos estaban poblados de gentes que habitualmente vivían en esas tierras rurales villaduqueñas. Según me dice, se perdió una niña de pocos años de edad y toda la zona se revolucionó, como es lógico, tratando de buscar a la criatura, ante el grave peligro debido al clima y a las alimañas que, en aquel tiempo, abundaban en gran cantidad. Fue un labrador, que ante la alarma de la bestia que cabalgaba, descubrió a la criatura que se había desplazado una distancia tan considerable, que nadie podía sospechar que fuera posible encontrarla en tal lugar. Todo quedó en un gran susto y el normal desasosiego de la familia que, finalmente, pudo encontrar a su pequeña.
Agradable e instructiva jornada que espero no sea la última.
Miguel Barbero Gómez
Qué valor Miguel, meterse en un cercado con dos leones.
Que envidia disfrutar de la sabiduría de la gente más mayor que nosotros para conocer parte de la historia de nuestro pueblo en vivo. Gracias.
¡ Interesante recorrido !
Ya van quedando pocos villaduqueños que, de modo tan sabio, puedan
ilustrarnos de esas experiencias vividas y cargadas de tanta sabiduria.
Pues se comportaron como dos gatitos. Y fue un placer enorme disfrutar de su compañía. ¡Y cuánta sabiduría acumulada en la experiencia vivida!