Entrevista en el Diario Extremeño HOY
Para Francisco Onieva (Córdoba, 1976) su visita a Cáceres fue una fiesta. Vino a recoger, oficialmente, el premio de poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad, un galardón, que, según se dijo, confirma el talento de su voz poética. Onieva es uno de los poetas más jóvenes que se han hecho con este premio (el más joven fue José Manuel Diez, en 2006, con 27 años), que ya va por la 21ª edición. Hace solo unos días presentó la publicación institucional de ‘Las ventanas de invierno’, que se completará con la comercial, de la editorial Visor. Literatura hecha con calma, a golpe de cincel, sobre el que el autor vuelve una y otra vez. Y, sobre todo, una poesía desacralizada, sin pompa ni boato.
Ha comentado que su libro, ‘Las ventanas del invierno’, es una reflexión sobre la vejez y el aislamiento de la zona en la que vive. ¿Cómo influye el entorno en su poesía?
Mi vida transcurre en una comarca del norte de Córdoba, entre Villanueva del Duque y Pozoblanco, excepto Pozoblanco, que tiene 20.000 habitantes, el resto es una zona muy despoblada y con la población muy envejecida. De esa constatación diaria, de vecinos mayores a los que veo todos los días, surge este poemario, pero no es una visión patética, es una mirada que intenta reflexionar sobre lo que es la vida en el fondo y sobre lo que es lo importante.
¿Es una preocupación habitual suya? ¿Piensa en el paso del tiempo, en la vejez, en la muerte con asiduidad?
No, por edad es algo que todavía no me preocupa, y además prefiero una poesía optimista, prefiero valorar los detalles cotidianos. No me gusta el tremendismo ni lamentarme, no va con mi personalidad.
Cuando le concedieron el premio usted contó que la suya es una escritura lenta.
Sí, incluso en las pruebas de imprenta hice algunas pequeñísimas correcciones, es una obsesión que tiene uno. Un escritor se va haciendo poco a poco y sin prisa, un premio no hace un buen escritor ni un buen libro, ni tampoco el tener 20 libros hacen un buen escritor. Prefiero hacer las cosas despacito y estar orgulloso de las cosas que hago.
¿Cómo es el proceso creativo hasta que llega a un poema?
Es un poco misterioso, porque cada poema tiene su gestación. No creo para nada en la inspiración, creo en el trabajo y creo en el destello. Un destello te sugiere una metáfora, te sugiere un verso. Vas tirando, y con mucho trabajo y mucha paciencia vas creando. A veces es el verso último, sobre el que vas construyendo todo.
El año pasado, la ganadora de este certamen, Trinidad Gan, que vive en Granada, hablaba del ambiente literario y poético de esta ciudad. ¿Pasa algo parecido en Córdoba?
Córdoba tiene un buen ambiente cultural, la poesía cordobesa está muy viva. Hay alguna editorial independiente que funciona bien, las ediciones institucionales tienen un sello interesante. Yo formaba parte de un grupo de amigos que empezamos a hablar de poesía en bares, a pasarnos poesías, pero eso fue hace mucho tiempo, desconozco si existen más grupos así, pero Córdoba sí es una ciudad muy dinámica en este sentido.
También celebran ‘Cosmopoética’. ¿Consigue esta cita contribuir a la popularidad de la poesía o es algo muy institucional?
Bueno, todo lo institucional tiene su parte política, pero yo creo que es un acontecimiento importante que va calando en la gente.
¿Y percibe de alguna manera ese resultado? ¿Cree que se logra el objetivo que se persigue con esa convocatoria?
No lo sé, pero sí se pueden sacar algunas conclusiones. Va calando en la ciudad y se va creando una conciencia poética.
La poesía es algo vivo.
En algunas lecturas y charlas que he hecho en institutos lo he dicho. Se ha puesto muy de moda el microrrelato, y yo creo que la poesía podría funcionar igual. En el metro de Madrid o en los autobuses de Córdoba hay poesías pegadas No es la mejor forma de leer pero es una forma de iniciarse.
¿Está preparando algún otro poemario?
-Tengo algunos poemas escritos en los que abordo el tema de la paternidad, pero bueno, en el fondo es la excusa para reflexionar sobre la vida. Estoy escribiendo unos relatos, pero soy de escritura lenta y hay muy poco hecho.
Cristina Nuñez para Diario Hoy
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